Hasta nuestros días, reverbera el legado cinematográfico de directores y productores, cuyos nombres son parte de la excelencia creativa, y claro, taquillera, de Hollywood. De Cecil B. de Mile, quien quizá sea el más grande arquitecto de la Meca del Cine, pasando por George Lucas, el innegable precursor del blockbuster de franquicia, surge en los tiempos actuales, Kevin Feige, la mente maestra detrás del éxito de Marvel Studios.

Por Daniel Flores Chávez
Así como De Mile convirtió las historias bíblicas en un espectáculo fílmico o Lucas tornó a la ciencia ficción en un producto para el consumo de masas del Séptimo Arte, Feige se ha posicionado como uno de los hombres más poderoso de la industria fílmica, trayendo bajo el brazo el imponente show visual que ofrece el cine de superhéroes, ese mismo que dejó de ser un subgénero perdido en el limbo de la fantasía o el sci-fi, para tornarse en el mito posmoderno de las sociedades occidentales.
Si bien, el combo Warner-DC ya había estructurado ésta, digamos, «categoría» (la de los paladines súper poderosos), con filmes como Superman de Richard Donner (1978), Batman de Tim Burton (1989), El Caballero de la Noche de Christopher Nolan (2008), y recientemente, Wonder Woman de Patty Jenkins, lo cierto es que nadie se había acercado a la capacidad de Kevin Feige para erigir un universo cinematográfico tan detallado y lucrativo como lo es el de Marvel.
Tal vez, sólo Alexander Salkind, y su hijo, Ilya (por cierto, éste último, mexicano), intentaron en los setenta y ochenta dar continuidad a una serie de superproducciones en torno a Superman, que incluyó tres cintas sobre el héroe de las mallas azules, y uno sobre su prima, Supergirl (1984). Lamentablemente, intereses de la propia Warner y recorte de costos, provocaron que, por ejemplo, Superman III (1983), tuviera que recurrir a símiles baratos de villanos clásicos del Hombre de Acero, como Brainiac y Bizarro, los cuales, si bien no aparecen como tales en la mencionada película, sí es obvia su esencia en la intentona de desplegar este universo comiquero en el cine.
Tuvieron que pasar casi dos décadas, para que un auténtico fan-boy lograra cuajar las fantasías más orgásmicas de los aficionados a los súper héroes. Aunque gran parte del público supone que Iron Man (Jon Favreau, 2008) es la primera piedra del Universo Marvel en la pantalla grande (obvio, bajo la producción de Feige), lo cierto es que el egresado de la carrera de Artes Cinematográficas de la Universidad del Sur de California, del cual emergieron Lucas, Robert Zemeckis y Ron Howard, inició su descollante trabajo como ayudante de producción ejecutiva en filmes noventeros, Volcano y Tienes un e-mail, a lado de la mandamás, Lauren Shuler Donner.
Gracias a su exacerbado conocimiento de los personajes de Marvel en el cómic, Shuler Donner lo recomendó para participar como asistente de producción en Blade: cazador de vampiros (1998), filme considerado por muchos expertos como el primer gran éxito de un personaje marvelita en las salas cinematográficas, estelarizado por Wesley Snipes como el personaje titular, bajo la dirección de Stephen Norrington. Tras las ganancias en taquilla, Feige notó que había un amplio mercado para que Marvel se aventurara a competir con DC-Warner.
Así, en poco tiempo, Feige se consolidó como la mente maestra de la incipiente competencia entre las dos casas editoriales y sus propuestas llevadas al cine. En Fox, allanó el sendero para que el realizador, Bryan Singer, triunfara con las dos primeras historias de X-Men (2000 y 2003) y conociera el fracaso con Daredevil y Elektra (2003 y 2005, respectivamente), pero volvió al éxito con Spider-Man 2 y Spider-Man 3 (2004 y 2007) de Sony y las dos primeras entregas de Los 4 Fantásticos de 20th Century (2005 y 2007). Participó también en otros chascos de Marvel, como Hulk (ni la maestría de Ang Lee pudo salvar al titán verde en 2003), The Punisher (2004) y Man Thing (2005).
Hasta ese momento, Feige no había tenido el control total de los filmes (de hecho, sus cargos fueron de asistente de producción o productor ejecutivo), creando en él una sensación de desasosiego, principalmente, porque directores como Singer o Sam Raimi (trilogía de Spider-Man), poseían mayor peso y currículum para la toma de decisiones centrales. Además, había un desorden en la venta de licencias de Marvel a las compañías productoras y distribuidoras, llegando al punto de que Fox tenía los derechos de los universos de X-Men, 4 Fantásticos, Blade y Daredevil, mientras que Sony poseía a Spider-Man y Ghost Rider, Lionsgate a Punisher y Universal a Hulk.
Así las cosas, Feige propuso ya no ceder licencias y tratar de recuperar las que se habían esparcido. Conformó, bajo su liderazgo, Marvel Studios, con la finalidad de que la casa que Stan Lee construyó, pudiera retener a sus héroes y heroínas, cediendo sólo alianzas en marketing y distribución. Con ese modelo, el nativo de Boston y compañía, brindaron estas operaciones al mejor postor, que en 2008 fue Paramount. Sin más por perder, se presentó, Iron Man, protagonizada por Robert Downey Jr, dirigida por Favreau. Tras el mega -éxito, siguió Thor de Kenneth Branagh (2011) y Capitán América de Joe Johnston (2011), además de El Increíble Hulk (2008), todavía con Universal.
Ya como productor y presidente de Marvel Studios, la imaginación de Feige explotó por completo. Se atrevió a conectar los cuatro filmes bajo una misma continuidad, realizando cameos, como por ejemplo, el de Tony Stark (Downey Jr.) en Hulk, o la aparición del martillo de Thor en Iron Man 2 (2010). Su mente maestra lo colocó de cara a la realización de su gran sueño nerd: conjuntar en una sola película a los cuatro paladines centrales, Thor, Hulk, Iron Man y Capitán América. Semejante bomba se denominó Los Vengadores, que hizo erupción en 2012, dirigida por otro comic-boy, Joss Whedon, que a la fecha es la quinta película con más ingresos de todos los tiempos.
Antes de este monumental éxito, Disney adquirió Marvel, situación que a Feige no sólo no le incomodó, sino que le dio rienda suelta a su creatividad, perfilando todo un ensamble de personajes, con la estrategia similar, de realizar filmes por separado de cada héroe, para luego integrar a todo el talento en uno solo, denominado a este proceso, «Fase». La Fase 1 de Feige culminó con Los Vengadores. Luego, sobrevino la Fase 2, entre 2013 y 2015, con las secuelas de los paladines básicos, la inclusión de Guardianes de la Galaxia y la continuación del supercombo, con Los Vengadores: La era de Ultrón (2015). Actualmente, Marvel Studios-Disney presenta la Fase 3, con nuevos protagonistas, como Ant-Man, Dr. Strange, Spider-Man (regresando a casa en colaboración con Sony, que por nada del mundo soltará la franquicia) y Black Phanter, misma que culminará con la producción más cara de toda la historia, Avengers: Infinity Wars, el próximo año.
Evidentemente, el modelo Feige ya ha sido repetido, principalmente por Disney, que tiene los derechos de Star Wars, con la séptima y octava entrega de la saga, además de los spin-offs, Rogue One y Han Solo. Por su parte, EON, productora de los filmes de James Bond pretende seguir el mismo rol, mientras que DC-Warner quiere enmendar el camino, olvidar Batman vs. Superman, y reiniciar con Wonder Woman y los filmes en solitario de Aquaman, Batman, Cyborg y Flash.
¿Qué le depara a Feige?
Por lo pronto, su contrato con Marvel expira en 2018, por lo que si el combo con Disney quiere mantenerlo, tendrá que darle un muy jugoso sueldo. Bajo su liderazgo, falta por estrenarse, Thor: Ragnarok e Inhumans (en un osado proyecto que se presentará en formato IMAX en cine, para dos semanas después, brincar a la TV, con capítulos semanales). Posteriormente, para 2019, ya ha sembrado las bases para la Fase 4, que incluirá filmes como Capitan Marvel, Ant Man y The Wasp y la segunda parte de Avengers: Infinity Wars.
Pareciera que el futuro de Marvel Studios y Feige estará entrelazado por varios años más. Seguramente, ya se le ocurrió la solución para refrescar las caras de sus superhéroes centrales, Chris Hemsworth (Thor), Chris Evans (Capitán América), Robert Downey Jr. (Iron Man) o Scarlet Johanson (Black Wiodow). ¿Cómo será? Muy simple, este fan-boy hará su magia, la misma que ocurre en los comics cada cierto tiempo, y fabricará una crisis, al estilo de El guantelete del infinito, provocando que el Universo Marvel se reinicie, teniendo así la excusa perfecta para que otros actores vengan al relevo, como sucede con Bond o Batman.
No cabe duda, que cuando Kevin Feige se retire, colocará su nombre entre los más grandes productores de todos los tiempos, gracias a una amplia visión, que no sólo dejará miles de millones en taquilla, también, habrá honrado el legado de quienes lo inspiraron.

Qué interesante texto
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